domingo, 12 de septiembre de 2010

Guernica




El Arcángel de Guernica

- Mucho tráfico estos días¿ no? Dice la señora. Le cuesta moverse con la vieja cicatriz, apoyarse en el asiento, adoptar una posición cómoda. Habla para quebrar la inercia y la ansiedad por verlo a Pablo, su hijo, en unos minutos. Cada vez que llega a Buenos Aires siente el mismo vértigo y la misma ansia de ver a su hijo, como si el tiempo fuera una barrera. .

- Vivo en Guernica zona sur del Gran Buenos Aires. Estuve cuatro horas esta madrugada para llegar acá- dice el taxista mirándola por el retrovisor. – El tráfico está cada vez peor.

- Guernica, ¿conoce la historia del nombre?

- Sí, los 120 muertos de ese bombardeo, en 1937. Soy chileno de origen, exliado de la dictadura, hace más de cuarenta años vivo aquí. Llegué en 1973. Conozco la historia.]

Buenos Aires despunta al alba. Hace más calor del que se debiera sentir a esa hora y en ese tiempo del año. La señora llegó de Córdoba en el vuelo AA 604. Verá a su hijo en veinte minutos. Pablo reside en Las Cañitas, a unos minutos de Aeroparque, cortando por Libertador.

-¿Usted puede creer que pasé por entre medio de este cerco? El taxista señala un vallado perimetral cuyos barrotes, si bien delgados, están separados apenas unos 20 centímetros. La señora mira por la ventanilla y recuerda. Están frente a Aeroparque, en su extremo Sur. En la esquina donde el avión se llevó por delante una estación de servicio justo hace quince años.

- ¿A qué se refiere? Pregunta distraída la señora. Está pensando en lo que dirá mañana en el juicio para el que la han citado, le cuesta concentrarse. Mira el cerco, mira el río, mira el vallado del aeropuerto. .

- Cuando vi la explosión, corrí por la calle unos 70 metros. Ni me di cuenta, porque yo podría haber ido directamente por los greens del Golf, pero por algún motivo salí y corrí por la vereda .En esa época trabajaba en el Golf de costanera, en mantenimiento. Llevaba botas de goma. Corrí con la intención de ‘chusmear’, pero cuando llegué a la altura de donde estaba el avión, vi a una señora que corría con la ropa prendida fuego.

La señora hace silencio. Algo se une en su interior, un puente entre unos instantes, hace quince años y estos instantes. Segundos. Algo hace mella en su interior.

- A esta maniobra la conozco dice Pedro Almendábar a las 8 y 15 de la mañana. Esto lleva exactamente un minuto y medio entre que el semáforo se pone verde y rojo otra vez. Es un atajo que permite evitar como cinco semáforos. Si se hace rápido y se calcula bien, se ganan como cuatro minutos. Trucos de taxista ¿vió?

La señora siente un escalofrío. Está en Buenos Aires para hablar en el juicio del vuelo LP 501. Su hijo Pablo, a quien verá en unos instantes, la va a acompañar. Ese vuelo que nunca la llevó a Córdoba, hace quince años. Que terminó allí, en los greens del golf que acaban de pasar. Mañana temprano es el juicio. Tiene que recordar. El taxista sigue con su relato, a pesar del silencio de la señora, como una especie de catarsis. Todavía quedan siete minutos de viaje.

- En ese momento había mucha actividad dentro del Golf, había gente practicando en los greens y esa gente, cuando vio el avión, salió corriendo para el otro lado. Creo que cada uno, desde el punto donde estaba parado, pensó que el avión se le venía encima; a mí me pasó lo mismo, pero al avión lo detuvo un montículo de tierra donde había un green elevado. Cuando termino de entrar, otras dos personas le apagaban el fuego a la señora, que corría a los manotazos. Ahí pensé que si esa señora había salido así, habría más gente que necesitaba ayuda; eso me llevó a correr cerca del avión..

La señora mira la ficha del taxista, en el asiento delantero, Pedro Almendábar , nacido en 1949, Santiago de Chile reza. Empleado. Calle Pedro Vela 54, Guernica, Provincia de Buenos Aires. El hombre, sigue con el relato, como si le hubieran pulsado un botón y la señora no estuviera a punto de bajarse :

- Estaba todo sucio, tenía agua, restos del polvo del matafuegos... me acuerdo que en el tren miraba a la gente a mi alrededor y pensaba cuán ajenos estaban a la situación que yo acababa de vivir

La señora se baja en Soldado Chamamé y Patricias Argentinas, a una cuadra de Libertador. Mientras paga mira a los ojos del taxista. Le devuelve el cambio, la observa dos segundos y vuelve a clavar la vista adelante. Arranca en la luminosa mañana de octubre. Es primavera en Buenos Aires, pero el aire está demasiado sofocante. Es él siente la señora . Es el arcángel Gabriel piensa mientras observa como desaparece, devorado por la ciudad.

A la mañana siguiente el juicio comienza. Y en un momento, la señora es llamada a declarar.

- Creo que salí despedida por el ala derecha- dice- Mi ropa estaba en llamas. Alguien me ayudó a apagar ese fuego. Solo recuerdo haberme sentado en el asiento del avión y haber escuchado un ruido extraño, muy fuerte. Luego recuerdo haber despertado en el hospital. Nada más.

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